jueves, 17 de mayo de 2018

EL HAMBRE, LA GEOPOLÍTICA Y YO

Imagen tomada de eldiario.es

Aquel seis de agosto de 1945, en el preciso instante en que el Enola Gay arrojaba sobre los habitantes de la ciudad de Hiroshima la bomba atómica que mató a tantas personas como las que viven en mi provincia de Ávila, algún paisano rogaba a Dios para que le evitase el impertinente dolor de muelas que le impedía dormir. Siendo el de la caries un problema absolutamente menor comparado con el devastador eco que aquel artilugio infernal había producido, no se le puede culpar de egoísmo: el diente pocho era su estrictamente suyo y en él se volcaba su mundo.
Por lo mismo, no encuentro criticable que una moza, Netta Barzilai, deposite en la letra de una canción la rabia padecida por una persona que sufre acoso, por más que en su entorno el ‘bullying’ sea un asunto menor comparado con la permanente situación de ultraje y sometimiento por el estado de Israel al que se encuentra condenado el pueblo palestino. Cuestionar que la pertinencia de que Netta Barzilai lance a los cuatro vientos su canción nos llevaría al ridículo de no poder denunciar la implacable política de terror que, entre dicho estado israelí, su cómplice norteamericano y la silente Unión Europea, llevan varios decenios poniendo en práctica porque el problema palestino es ínfimo puesto en relación con la mortalidad infantil por causas evitables como el hambre o la falta de medicamentos.
Netta Barzilai interpela con su canción a sus villanos particulares y estos no pertenecen al ámbito de la geopolítica. Nada extraño, nada, ya digo, que se salga de las pautas habituales de cualquier letra de cualquier canción.

El asunto, sin embargo, cambia si lo vemos desde otra perspectiva: la susodicha canción no es un tema más que aparezca en un disco de la cantante, no; es la canción elegida para representar a Israel en el festival de Eurovisión. Ya no es Netta la protagonista sino una mera intérprete encargada de transmitir una visión de su país que pretende esconder -y si no puede, justificar- la realidad que se asienta a su espalda. No es un hecho aislado, el Estado de Israel dedica muchos medios y energías a que la imagen que trascienda sea la de la normalidad. No es casualidad que, días antes del festival, el Giro de Italia diera sus primeras pedaladas en Jerusalén. Referido a ello, Amir Halevy, director general del Ministerio de Turismo, lo dejó claro: “Centenares de millones de personas podrán ver paisajes maravillosos, nuestras playas…”. Vamos, que ni miren al otro lado no sea que vayan a ver la realidad.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 17-05-2018

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