jueves, 29 de marzo de 2018

LOS DOS LIBROS DE LA CONCHITA


Andan ya un poco desvaídos por el paso de los años, pero aún conservo los dos primeros libros que tuve, de obligación, que leer en el colegio. La Conchita, que así, con artículo y todo, llamábamos a la profesora de Lengua y Literatura, nos prescribió, examen mediante, la lectura de ‘La tesis de Nancy’ y ‘El acalde de Zalamea’. No sé si la buena mujer, y estupenda maestra, era consciente, pero con esa doble elección nos estaba facilitando dos perfectos instrumentos para indagar primero, diseccionar después y comprender más tarde parte de los elementos idiosincrásicos de esta España sobre la que cabalgamos. Dos instrumentos que multiplican su fuerza si se leen en paralelo.

La novela epistolar de Ramón J. Sender recrea en sus escenas una España en la que la vertiente tradicional se cruza inexorablemente en el camino de cualquier pretensión modernizadora. Nancy, la protagonista de la obra, relata en las diez cartas que dan forma al libro, las vicisitudes de su día a día en el tiempo que pasa en Sevilla documentándose para escribir su tesis. Esta joven norteamericana no sale de su asombro ante la capacidad de los protagonistas locales para tomar la vida con una actitud a medio camino entre el humor y la resignación.
Los personajes recreados por Pedro Calderón de la Barca muestran el envés de la misma moneda: el sentido dramático de la existencia. Un asunto de honor, la negativa de Álvaro de Ataide, capitán del ejército del rey, a casarse con Isabel Crespo, la hija del alcalde de la localidad extremeña de Zalamea de la Serena, tras haberla ‘mancillado’, negativa que se produce por considerar él que ella era de una clase social inferior, es capaz de soliviantar los ánimos de las gentes del común y hacerles revolver frente a cualquier poder por real que este sea.
Así seguimos. Tomando lo serio, las cosas del comer, con una pose a medio camino entre la resignación y la broma. Convirtiendo en drama los asuntos que no van más allá de una historieta de honor mancillado, las materias que arañan lo que tiene que ver con pretendidas esencias de carácter patriótico.  
Aún conservo, ya digo, ambos ejemplares en la biblioteca. El uno tiene la portada roja; el otro, amarilla. Andan un poco desvaídos. La Conchita, en ese momento, fue una visionaria.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-03-2018

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