domingo, 18 de febrero de 2018

EL CENTÍMETRO CUADRADO, LA DÉCIMA DE SEGUNDO




Foto El Norte de Castilla
Táctica y estrategia son dos términos que en el lenguaje coloquial se suelen utilizar de forma indiferenciada, como si ambas palabras fueran sinónimas. Pero no es tan así. Lo explicó perfectamente Mario Benedetti en un poema titulado, precisamente, ‘Táctica y estrategia’, unos versos que le sirven para explicar a la mujer que ama cuáles son unas y cual la otra para conseguir el objetivo de que ella sienta lo mismo por él. Táctica es mirarla, aprenderla, quererla, hablarla, escucharla y serle franco. Su estrategia, «más profunda y más simple» nos dice el poeta, consiste en «que un día cualquiera/ no sé cómo ni sé/ con qué pretexto/ por fin me necesites». La estrategia, al fin, tiene más recorrido, se nutre de una visión global y requiere la suma de varias acciones bien paralelas bien concatenadas. La táctica es más concreta, se refiere a una acción determinada y define el método con el que se decide llevarla a cabo, la manera en que se va a ejecutar.
Un entrenador, en esto del fútbol, es el responsable de ambas. De planear y plantear la estrategia general y de diseñar las tácticas concretas. Pero luego son los futbolistas los encargados de desarrollar en el tablero verde la una y las otras. Y para que todo tenga opciones de salir bien es imprescindible que estos peleen por cada palmo de terreno en disputa. De poco vale una pizarra en la que se dibujan planes con aire de infalibles si en la aplicación práctica se cede el espacio al rival. Calero y Luismi lo entienden así. Les vemos forcejear, más el primero, y no perder ojo, más el segundo, porque saben que en ese centímetro cuadrado, en esa décima de segundo, se encuentra el tesoro. Tácticas y estrategias carecen de sentido si no hay trabajo detrás. La estrategia de Luis César prescribió una presión alta de salida, un intento de atosigar a los zagueros oscenses con el fin de que no pudieran llegar con fluidez a las inmediaciones del área pucelana y, como segunda consecuencia, estar muy cerca del arco rival cuando se robase la pelota. Funcionó hasta el momento del intersticio. Ahí algo debió de ocurrir. O Luis César modificó el plan inicial pretendiendo guardar la viña o Rubi, ¡oh tempora, oh mores!, encontró la clave para asaltar la banca, el caso es que parecía que los protagonistas eran otros. Con uno menos y nada que perder, el Huesca derrumbó doblemente el muro pucelano e igualó la contienda. El Real Valladolid tuvo que empezar otro partido de solo 17 minutos. Y volvió a parecer la primera parte. Incluso por la llegada del gol. Ese territorio inhóspito defendido por Luismi y Calero explica de verdad la diferencia entre la teoría y la práctica; el paso entre las tácticas o las estrategias y su ejecución. Sin esa concentración, sin ese ‘aquí estoy’, la primera es retórica, artificio, disquisiciones sobre el olor de las nubes.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 17-02-2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario